MEDIOAMBIENTE SALUD PÚBLICA
Expediente Arkema La verdad tóxica en agua y suelo tras la marcha de Bizkaia del gigante químico francés A pesar de basar el anuncio en motivos económicos, la química cerró la planta hace ahora una década para demoler los edificios y excavar el suelo, tras años intentando reducir la contaminación que había provocado y que suponía un "riesgo inasumible" de inhalación de químicos dentro de los edificios. A finales de 2024, con el solar vendido, se ha detectado un nuevo repunte de contaminación.
22 de junio de 2025
Ana Tudela Antonio Delgado
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Chupinazo, campeonato de rana, pintxopote, danzas vascas y, por supuesto, verbena. El 9 de septiembre de 2014, solo unas horas después de que la gran traca final pusiera fin a la romería anual de Nuestra Señora de la Guía, las pequeñas barriadas de Arbuio-La Guía, pertenecientes al municipio de Alonsotegi, y la de Zaramillo en Güeñes (Bizkaia), recibieron una noticia histórica. La que había sido su vecina durante más de medio siglo, la gigantesca planta química del grupo francés Arkema, antes Atofina, antes Atochem, antes Ugímica, cerraba.

Las cerca de 90 familias de la zona que vivían en ese momento de la planta del fabricante de gases para refrigeración, 59 personas trabajando de forma directa, vieron en el comunicado oficial y en los medios que, aunque se aludía a "problemas estructurales" sin concretar, la causa principal era económica, de falta de rentabilidad, especialmente frente a EEUU y China, y por la regulación cada vez más estricta procedente de Europa.

Imagen área de la planta de Zaramillo cuando estaba en producción
Imagen área de la planta de Zaramillo cuando estaba en producción | IHOBE

Bajo la historia publicitada, traspasando las vallas y los árboles que arropan el gigantesco solar de 49.500 metros cuadrados, filtrándose por las grietas del suelo envejecido, empapando la tierra hasta alcanzar los acuíferos, hay otra historia que hoy DATADISTA cuenta por primera vez tras acceder a casi un centenar de documentos oficiales e informes que suman miles de páginas tanto de la empresa como del Gobierno Vasco y la Agencia Vasca del Agua.

Imagen área de la planta de Zaramillo en 1978 Situación actual del solar utilizado por Arkema
Imagen área de la planta de Zaramillo en 1978 | IHOBE
Situación actual del solar utilizado por Arkema (Mayo 2025) | DATADISTA

Esta es la historia del expediente Arkema, que son varios en realidad, un relato de contaminación de agua subterránea y suelo con químicos tóxicos que está tras el cierre hace ahora una década de la planta. También la historia de lo que fue vivir a su lado durante medio siglo y lo ocurrido hasta el otoño de 2024, cuando se ha detectado un nuevo repunte de contaminación con el solar ya vendido.

Y es otra historia de un barrio muy humilde levantado a impulsos de las migraciones de familias enteras a las zonas industriales de España en busca de trabajo. Poblaciones con décadas de carencias mientras el resto del país avanzaba, se llamen Arbuio, Nuestra Señora de la Guía o Torré Baró.

Para entender esta historia, es importante conocer dónde y cuándo se desarrolla.

A 10,5 km de Bilbao por la carretera de Bilbao-Balmaseda (BI-636), el río Kadagua dibuja un vertiginoso meandro. Al oeste del río, la población de Zaramillo, perteneciente al municipio de Güeñes.
Al este, Alonsotegi, municipio hoy independiente pero que, hasta 1990, perteneció a Barakaldo. Alonsotegi es conocido entre otras cosas por ser la cuna del ex lehendakari Iñigo Urkullu.

En el inmenso solar que forma el meandro del Kadagua, donde hoy no hay aparentemente más que tierra y restos de asfalto cuarteado, operó durante más de medio siglo la planta de un gigante químico francés. El terreno pertenece a Alonsotegi, por más que incluso los documentos oficiales de Arkema denominen estas instalaciones como planta de Zaramillo.

Aunque fusiones, compras y finalmente la salida a bolsa fueron modificando el accionariado y los carteles con el nombre de la empresa, la actividad en la planta siempre se centró en la producción de gases fluorados refrigerantes, comercializados con el nombre de foranes, así como químicos para tratamiento de agua (floculantes).

El Expediente Arkema empieza aparentemente en 2008, cuando la química informó al Gobierno Vasco de un foco de contaminación detectado en suelo y agua subterránea en sus instalaciones.

En realidad la química llevaba desde 2002 realizando diversos sondeos por una posible contaminación. En octubre de 2007, Arkema vendió a la finlandesa Kemira la parte de sus instalaciones dedicada a químicos para tratamiento de agua. En el trámite de la preceptiva autorización ambiental integrada y tras hacer varios sondeos propios, Kemira pidió a Arkema una investigación más en profundidad. Y se confirmaron las sospechas: al menos en una zona de la planta, los químicos con los que Arkema fabricaba sus refrigerantes habían contaminado gravemente el suelo y llegado a los acuíferos.

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El 20 de enero de 2009, el viceconsejero de Medio Ambiente autorizó a "Arkema Química, S.A. la adopción con carácter de urgencia de medidas de saneamiento" de suelo y aguas subterráneas.

Los químicos que se encuentran en suelo "en concentraciones por encima de los estándares de referencia para uso industrial" son al menos: tetraclorometano (TCC); diclorometano (DCM); cloroformo (TCM) y percloroetileno (PCE).

El PCE o percloroetileno se había dejado de utilizar en la producción en 1994, pero allí estaba escribiendo el pasado en el suelo. El TCC y el cloroformo, los que más preocupaban por su toxicidad y presencia, se usaron hasta 2009 y 2011 respectivamente.

Según el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes, "una exposición excesiva" al TCM (cloroformo) "puede provocar graves efectos en el cerebro, trastornos en el aparato digestivo y afectar al hígado y riñón. A 20ºC se evapora en la atmósfera, alcanzando rápidamente una concentración nociva en el aire. Esta sustancia está clasificada como posible cancerígena para el ser humano".
"Al tratarse de una sustancia poco biodegradable", en determinadas condiciones "persiste durante largos períodos en la atmósfera, causando daños a la fauna y flora autóctona".

Que un químico no apareciese no significa que no esté. Puede ser que no se haya analizado hasta ahora, como ha ocurrido con los PFAS. Está en estudio por la ECHA (Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas) que un grupo de compuestos hidrofluorocarbonados utilizados por químicas como Arkema para sus gases fluorados para refrigeración de alimentos, unidades de aire acondicionado o bombas de calor, se incluyan en la planeada prohibición general de miles de estos químicos eternos o PFAS, al estar formados por cadenas de enlace de carbono y fluor, prácticamente irrompibles.

La Ley, en cualquier caso, no obliga aún a su análisis en aguas subterráneas, aunque desde 2023 se obliga a analizar y eliminar todo un listado de PFAS en agua del grifo debido a su potencial cancerígeno, entre otros efectos en la salud.

Lo que sí aparecía ya en la resolución de 2009 del Gobierno Vasco son algunas de las claves que alargarán el expediente de Arkema durante años. Ya se ve que la contaminación en suelo era profunda. Se detecta desde los 0,6 metros de profundidad hasta los 4,20 metros. Y que había llegado a los acuíferos.

Ante este descubrimiento, había tres potenciales riesgos de especial preocupación.

LOS TRABAJADORES
"En el emplazamiento los índices de riesgo son inadmisibles para la vía de exposición por inhalación en espacios interiores (taller y sala de control/laboratorio)". Ese riesgo se debe "al movimiento de vapores hacia la superficie", lo que hace que en el informe se recomiende "el mantenimiento de un pavimento en buen estado, tanto en espacios interiores como en el exterior". Lo que ocurre es que el suelo envejecido de la planta no está en buen estado.

EL RÍO
La contaminación no es estable. Aunque el principal foco está en el cubeto de materias primas, hay transporte a través del agua subterránea hacia el río Kadagua. Un río cuyas aguas no se usan para abastecimiento humano pero que, de llegarle la contaminación, podría afectar a su ecosistema.

LAS VIVIENDAS CERCANAS
Hay dos sondeos, al este de la planta, en los que "se han detectado también concentraciones de compuestos clorados en el agua subterránea (…) cuyo origen no ha podido ser determinado". No parece posible que proceda del mismo punto donde se concentra la contaminación. Pero hay algo más: la resolución pide medidas que "eviten la progresión de los contaminantes hacia el este, donde, a cierta distancia se ubican unas viviendas".

¿Qué viviendas son esas a 130 metros de una enorme planta química, tan separadas del municipio al que pertenecen? ¿Qué significa convivir con instalaciones de este tipo? Un poco de historia.

Las barriadas de Nuestra Señora de la Guía y Arbuio, pertenecientes al municipio de Alonsotegi pero muy separadas del resto de la población, no están ahí por casualidad.

Nuestra Señora de La Guía y Arbuio son historia de la zona y reflejo del despegue industrial del País Vasco desde finales del siglo XIX. Están cosidas al negocio textil que establecieron allí, entre otros, los hermanos Basilio y Joaquín de la Rica Fernández, llegados desde Tordesillas (Valladolid), municipio a cuya patrona debe su nombre la barriada de Nuestra Señora de la Guía y la romería que se celebra cada año a principios de septiembre.

Rica Hermanos 1 Rica Hermanos 2 Rica Hermanos 3 Rica Hermanos 4 Rica Hermanos 5

Hermanos Rica abrió su fábrica de hilados de yute para sacos en 1890. El lucrativo negocio creció apoyado en las pésimas condiciones laborales, especialmente de mujeres y también de menores, que detalla el libro Obreras: 11 fábricas del Valle del Kadagua, de Javier Barrio, parte del proyecto de las Juntas Generales de Bizkaia y el Museo de Las Encartaciones destinado a reconocer la aportación de las mujeres al desarrollo industrial de Bizkaia. En él, y en la exposición que siguió a su publicación, se incluyen las fotografías del interior de la fábrica de Rica obtenidas por la profesora de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco Susana Serrano, algunas de las cuales han sido cedidas para ser publicadas en este reportaje.

El libro cita documentos que hablan de que en la fábrica "trabajan niños menores de edad de 14 años durante 12 horas y 45 minutos diariamente, comenzando a las 6 de la mañana y terminando a las 8 de la noche, (…) y que la misma jornada trabajan las mujeres y los niños mayores de 14 años y menores de 16 años".

Las trabajadoras de la zona caminaban durante horas tanto para llegar a la fábrica de Rica Hermanos como para volver a sus casas, pero la necesidad cada vez de más mano de obra y la llegada, cada vez en mayor número, de familias de fuera, empezó a generar problemas de alojamiento. A la población autóctona se fue sumando mano de obra de Valladolid, Castilla, Asturias, Cantabria… Familias enteras llegaban buscando un modo de vida.

La empresa decidió entonces encargar la construcción de viviendas para familias de trabajadoras. No eran gratis. "Yo he vivido en una de ellas porque mi madre pidió casa y se la dieron. Te cobraban una renta un poco baja. Pero no te arreglaban nada, lo arreglabas tú. El encargado venía a cobrar la renta", cita el libro Obreras a Rufina Bustillo González (1934),"miembro de una familia con escasos recursos" cuya madre, que también trabajada en Rica, "se veía obligada a picar leña para venderla por Alonsotegi en las horas libres que dejaba la fábrica".

Rufina, que entró a trabajar una semana antes de cumplir los 14, recuerda en el libro el frío y que una de las preocupaciones principales era el polvo que tragaban en la fábrica. "Polvo mucho. Te lo tragabas todo". El libro añade que "la hija de Rufina sería, años más tarde, obrera de una nueva fábrica de Zaramillo (sic): Atochem", es decir, lo que acabaría siendo Arkema.

En 1916, la empresa hizo construir un primer grupo de tres edificios de viviendas justo frente a la fábrica, la barriada de Arbuio. Eran viviendas pequeñas, compartidas al principio, de unos 45 metros cuadrados, que la empresa alquilaba a sus propios empleados. A mediados de siglo, con la bonanza del negocio y la necesidad de mayor mano de obra, se les añadieron dos plantas más, fácilmente distinguibles y se construyeron las casas del nuevo barrio, el de Nuestra Señora de La Guía. "Se hicieron sin grúas", explican los vecinos. Los trabajadores, no teniendo donde alojarse, entraron a vivir en 1948, un par de años antes de obtener licencia de habitabilidad.

Barrio de Arbuio en 2025
Barrio de Arbuio en 2025 | DATADISTA

La memoria de la variedad de orígenes sigue viva hoy. "Nos vinimos desde Cáceres en busca de trabajo"."Yo tenía un año cuando mis padres se vinieron de León a trabajar aquí", son algunas de las respuestas de los vecinos de más edad a los que se les pregunta.

Las condiciones de esas barriadas siempre fueron muy deficientes, explican."Esto ha sido el barrio olvidado de toda la vida. Aquí no había zonas verdes, ni condiciones. Sin alcantarillado, ni electricidad en las calles. No había ni lámparas. Empezó a cambiar un poco cuando Alonsotegi se hizo municipio" (en 1990, cuando dejó de pertenecer a Barakaldo). El nombre de Arbuio aparece en los medios incluso hoy por conflictos relacionados con falta de seguridad y de servicios.

Vista aérea de Zaramillo en 1956-57

A finales de los años 50 del siglo pasado, nada sabía el meandro del Kadagua aún de la planta química cuando ya está allí el Barrio de la Guía. También había viviendas en la curva que haría después las veces de acceso a la empresa. El uso del suelo de lo que con el tiempo sería la química, según la documentación del expediente, era agrícola/forestal.

Planta química de Zaramillo en 1965

La empresa inició su actividad en 1961 como Química de Halógenos, pasando a llamarse Ugímica en 1964. En la foto ya se ve la zona donde se detectarán décadas después las mayores concentraciones de contaminación y donde se aprecian tanques horizontales.

Imágenes actuales del barrio de Nuestra Señora de la Guía, cercana a la antigua planta química de Arkema | DATADISTA

Un señor rondando los noventa años, sentado a la puerta de un bar de Zaramillo, comenta con DATADISTA sus recuerdos de cuando entró a trabajar allí. "No teníamos ninguno conocimientos de química, salvo a lo mejor el jefe de grupo. Entramos muy jóvenes".

Al otro lado del río y del solar donde estuvo la química, otro hombre rondando los setenta, sentado junto al frontón del barrio de Nuestra Señora de La Guía, cuenta que su familia llegó a la zona cuando él tenía poco más de un año. Su padre buscó trabajo en la propia química. "Estuvo ahí trabajando dos o tres años hasta que se puso muy malo del estómago, con solo 22 años, y cuando salió del hospital mi madre le dijo que buscase otro trabajo". De los trabajadores de los comienzos como su padre dice también que "ninguno tenía preparación química. Aquí entraron como peones y construyeron la planta donde metían el forane (marca de los gases fluorados de Arkema) y los depósitos. Los encofrados, todo se hizo a mano", asegura.

Barrio de Arbuio en 2025
Instalación de cubeto de materias primas de compuestos clorados y tanques aéreo entre 1960 y 1975 | URS

La familia está convencida de que, aunque lo dejó tras caer enfermo, "ya se fue con la mierda en el cuerpo. Murió con poco más de 60 años, de cáncer de estómago. Les hacían beber dos o tres litros de leche al día porque decían que descontaminaba. Y protección, cero. Qué protección iba a haber en aquella época, en los sesenta. Y aquella gente (los trabajadores) metía un montón de horas".

La química llegó a la zona el mismo año que se aprobó el antiguo Reglamento de Actividades Molestas, Insalubres, Nocivas y Peligrosas. Fue una norma que puso ciertos límites a la contaminación de las aguas, a la existencia de viviendas cerca de industrias peligrosas, pero con poca concreción, excepciones, plazos laxos… A años luz de las normas actuales.

Situación de la planta en 1973

El expediente señala e ilustra con imágenes algunas de las peculiaridades de la química en sus comienzos. La construcción de tanques enterrados bajo la superficie o que la zona más cercana a las viviendas estaba sin pavimentar.

Situación de la planta en 1978

Con el tiempo y el crecimiento de actividad de la planta, se fueron haciendo cambios. "Se han modificado algunos de los tanques de clorados a disposición vertical. La zona al este de la nave de envasado permanece sin pavimentar. (…) Hay 3 tanques horizontales aéreos", explica el expediente.

Lo que se constata al visitar hoy la zona y preguntar a los vecinos es que, además de los trabajadores, en los setenta, las barriadas al este de la planta fueron las que más sufrieron las consecuencias de la vecindad de la química. "Cada dos por tres había escapes. Salía una nube blanca, densa y la gente ya sabía lo que tenía que hacer: meterse en casa, bajar las persianas. Hasta que se disipaba, se volatilizaba", explica un vecino en Nuestra Señora de La Guía.

Los años 80 y 90 son los años en que empieza a desplegarse la normativa medioambiental y de protección que viene de Europa, derivada de la llamada"Directiva Seveso". Arkema (entonces Atofina) aparece entre las siete empresas del área de influencia Bilbao Metropolitano a las que obligaron los nuevos planes de prevención.

“Hasta los años 80 no hubo seguridad. Entonces pusieron los avisos, los carteles con lo que había que hacer en caso de escape", explica uno de los vecinos antes citado.

Situación de la planta en 1978

"Se ha construido un muro de protección hacia el río en todo el perímetro de la propiedad".

El cambio en la seguridad llegó también al río."Porque aquí el río antes bajaba que parecía cocacola, con espumas. Del muro que delimitaba con el río salían chorritos de un montón de agujeros. De niños poníamos ranas en los chorritos y se quedaban petrificadas en un momento", añade.

Situación de la planta en 1983

"Al este de la zona de envasado/carga de cisternas y hacia límite del emplazamiento se observa el uso de la parcela como aparcamiento de cisternas y almacenamiento de bidones", detalla el expediente.

Riada de Alonsotegi en 1983

En los ochenta tuvo lugar la conocida como Gran Riada de Bilbao (1983), una catástrofe histórica en la que perdieron la vida 37 personas, que anegó el casco antiguo de Bilbao en plena Semana Grande y parte de otros municipios. La crecida del Kadagua afectó de lleno a la planta química. El río asumió tanto caudal que borró el meandro en el que se asentaba. "Antes el muro era muy bajito", comentan los vecinos,"pero lo recrecieron porque en el puente de Zaramillo el río entró derecho, allí donde tenían las oficinas. Se inundó todo".

Situación de la planta en 1984

Durante todos esos años y hasta 1994, atrapados entre la planta química y la carretera se pueden ver los tres edificios de viviendas que ya estaban allí antes de la llegada de la química. El barrio de La Venta aún aparece en Google Maps aunque hace décadas que no está allí.

Situación de la planta en 1995

A mediados de los noventa cambian varias cosas. La zona al este de la planta, hasta entonces sin pavimentar, se pavimenta. En 1994, desaparecieron los edificios entre la planta y la carretera, La Venta.

“Allí había otro barrio antes del puente", explica un vecino sobre esos edificios."Se llamaba La Venta y ahí la empresa compró todos los pisos para que se fueran por la ley que decía que no podía tener casas tan cerca de la fábrica. Era más barato comprarles las casas que cerrar la fábrica y ese barrio estaba atrapado entre la fábrica y la carretera. A los inquilinos les dieron dinero para poder buscar otra casa pero prácticamente los echaron. A raíz de eso ya no tenían pegas de gente cerca". Salvo Arbuio y La Guía, comenta con resignación."Este barrio ni lo contaban", explica.

Situación de la planta en 2008

Cuando Arkema comunicó al Gobierno Vasco en 2008 que había detectado contaminación, la legislación obligaba ya a tomar un amplio número de medidas. Hacer un estudio histórico, analizar los riesgos y plantear una forma de remediación.

Entrevista con Anihoa Mintegui Elorriaga, Servicios Jurídicos del Gobierno Vasco

La primera opción ofrecida por Arkema para remediar la contaminación fue actuar con la planta en funcionamiento. La empresa externa acreditada que realizó el informe de contaminación para la química, URS, dio por hecho que la actividad se iba a mantener. Durante tres años y un mes (de junio de 2009 a julio de 2012) se estuvo "inyectando aire en la zona afectada y recuperando los volátiles en forma de vapor" para tratar de reducir la contaminación. Se extrajeron "más de 1.300 kg de contaminantes clorados del subsuelo", explican los documentos.

En ese tiempo, según fuentes del Gobierno Vasco, se encontraron con la dificultad de que se "solapaba el análisis de los datos" de la evolución de las acciones de remediación, "con las medidas in situ de protección a los trabajadores de atmósfera respirable".

Además, aunque se redujo la contaminación, no funcionó como se esperaba ni como se le exigía a la empresa. El sistema fue perdiendo eficacia sin poder llegar a los valores objetivo. Esto llevó a la"búsqueda de técnicas alternativas", según el expediente.

Fuentes del Gobierno Vasco comentan que les avisaron de que iban a hacer una prueba con otra técnica (oxidación) a la que pidieron que asistieran técnicos de la Administración. Sin embargo, en el último momento, se les avisó de que se suspendía. Lo siguiente que supieron en la Administración es que Arkema cerraba. Antes se le habían pedido una serie de acciones que había ido retrasando durante años.

Sondeos realizados en el solar de Arkema | DATADISTA

Las viviendas

En junio de 2011, el año en que se cumplían 50 años de la química en el municipio de Bizkaia, el Gobierno vasco instó a Arkema a investigar a fondo por qué se estaban detectando químicos en otros puntos de la instalación alejados del foco principal de contaminación. Pidieron que aclarasen "cómo se produce el transporte de contaminantes" y que se tomaran medidas que evitasen "la progresión hacia el este, donde a cierta distancia se ubican unas viviendas". El barrio de La Guía.

En julio de 2011, Arkema contestó que no había investigado esa zona aún porque estaba esperando acabar con la limpieza en el foco de contaminación principal.

Precisamente en 2011, Año Internacional de la Química, la revista Madri+d entrevistó a Patricia Martínez-Merello, en ese momento vicepresidenta, consejera delegada y directora general de Arkema Química S.A. Habló de su presencia en España, en País Vasco y Cataluña, con 228 empleados y 205 millones de facturación, de los retos de la crisis,"la creciente y a veces asfixiante legislación (…) en materia medioambiental" y la "obligación de producir con cero accidentes, el transporte de las materias peligrosas y la necesidad" al mismo tiempo de "reducir costes y aumentar la productividad". En un entorno mundial cambiante, "debemos seguir siendo una industria excelente en materia de Seguridad, Sostenibilidad y Medio Ambiente", afirmó. Ni rastro de lo que estaba ocurriendo en Alonsotegi.

EL ANUNCIO DEL CIERRE

Un año después, en el verano de 2012, seguían sin cumplir con las exigencias de la Administración autonómica respecto a los focos más cercanos a las viviendas, según demuestra el nuevo requerimiento del Gobierno vasco. Precisamente en julio de ese año, tuvo lugar un escape de material químico en la planta que devolvió las imágenes de las nubes blancas que recordaban los habitantes de Arbuio y La Guía. El departamento vasco de Interior indicó que la fuga no había llegado a afectar al exterior de la planta pero motivó que se activase el plan de emergencia por la empresa, se tomó la medida preventiva de cortar las carreteras BI-636 y BI-3656 y personal de Protección Civil avisó por megafonía a la población para que se confinara en sus casas.

En 2013, la patronal química Feique le otorgó a la planta de Arkema en Zaramillo uno de sus premios de Seguridad del año por ser uno de los centros de producción de la industria química de más de 50 trabajadores que habían obtenido un Índice de Frecuencia General de accidentes "cero".

En abril de 2014, Arkema presentó al fin el plan de investigación de las zonas distales (las más alejadas del núcleo de la contaminación), incluyendo un estudio de riesgos por "inhalación de vapores". Cinco meses después, la empresa anunció el cierre de su planta de Alonsotegi-Zaramillo. Esa decisión supuso el fin del expediente inicial para pasar a un expediente de cese de actividad.

Entre las soluciones practicadas y planteadas para dicho expediente, se había dado con una definitiva: tirarlo todo. Demoler, excavar, impermeabilizar y esperar que los resultados fueran suficientes para obtener el visto bueno del Gobierno Vasco para vender el terreno.

En las informaciones públicas, enmarcaron el cierre como "parte del plan de mejora de la rentabilidad del negocio de fluorogas", una industria que en Europa se ha visto "impactada severamente durante años por la diferencia de competitividad con China y los EEUU" y "problemas estructurales que han llevado a la propuesta de cierre".

En las cuentas anuales de 2014 presentadas ante el registro mercantil en España, a las que se ha accedido en el transcurso de esta investigación, Arkema Química S.A. sí se refiere expresamente a la contaminación ocurrida en la planta. Dadas las exigencias en transparencia que exigen este tipo de documentos, elaborados no para la ciudadanía sino para que accionistas y acreedores conozcan la situación de una empresa año a año, en el apartado de provisiones se alude a las relacionadas "con los costes de desmantelamiento y descontaminación de las instalaciones y el terreno" de la planta de Alonsotegi (de Zaramillo, dicen). Explican que están sujetas "a un elevado grado de juicio e incertidumbre" y que se calculan en un principio en 13,9 millones de euros que acabarían quedando en torno a 8 millones. En ese momento se ajustará además el valor de la planta a cero en el balance de la empresa, anotándose una pérdida de 6,1 millones de euros.

LA LUCHA LABORAL

¿Qué sabían los trabajadores de la planta de Arkema mientras todo esto estaba teniendo lugar? El 25 de septiembre de 2014, dos semanas después de recibir la noticia del cierre, los trabajadores y trabajadoras de la química iniciaron una huelga pidiendo el mantenimiento de la actividad y el empleo. Duró 130 días. Viajaron incluso a París para reunirse con responsables del grupo en la sede central. Algunos vecinos del entorno aseguran que para entonces ya se intuía que la empresa estaba decidida al cierre y que el viaje serviría como mucho para mejorar las condiciones de indemnización.

Barrio de Arbuio en 2025
La huelga de trabajadores se aprecia en Google Maps. Imagen de septiembre de 2014 | Google

Aún así, llamaron a todas las puertas. Enviaron correos a la Diputación, al Gobierno Vasco y expusieron su situación en un pleno en el Ayuntamiento de Alonsotegi donde todas las fuerzas políticas representadas votaron por unanimidad una moción de apoyo a los trabajadores y de presión a la empresa y a las administraciones superiores para que mantuviese la actividad y el empleo. Los trabajadores pusieron en duda los argumentos de la empresa, exhibiendo los beneficios, los dividendos repartidos y mostraron su incomprensión con las causas del cierre al ver que asesoraba a la empresa un conocido despacho de abogados.

No sirvió de nada. Arkema cerró. En las cuentas ante el registro se recoge que "con fecha 9 de marzo de 2015 se firmó un preacuerdo en el que se establecen las condiciones de salida de los trabajadores afectados por el cierre de Zaramillo (sic)", en total 59, más los 11 por el cierre de la oficina de Madrid que se hizo al mismo tiempo para modificar la estructura de la empresa en España. El coste total del ERE de extinción de ambas plantillas que figura en las cuentas es de 14,8 millones de euros. De los empleados del ERE, 16 lograron una indemnización complementaria a la prestación pública que finaliza en 2026.

OPERACIÓN LIMPIEZA

Con la planta cerrada, una empresa externa acreditada hizo al fin el estudio en profundidad de la contaminación de la planta.

Y lo presentó al Gobierno Vasco.

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En el documento del Gobierno Vasco que valora el plan de Arkema, se explica que es "la situación actual de ausencia de actividad en el emplazamiento" la que hace que "no existan riesgos ambientales inaceptables". Pero eso no es aplicable para "futuros usos de la parcela". Para vender el terreno hay que "reducir las concentraciones detectadas hasta niveles admisibles".

La contaminación se debe "reducir (...) en los suelos y aguas subterráneas del emplazamiento". Cerrar y tirarlo todo es lo que lo va a posibilitar. "Los trabajos de saneamiento darán comienzo tras la finalización de las obras de demolición de la planta".

En suelo, se encuentran concentraciones de químicos superiores a los niveles de uso industrial. En agua subterránea, al no tener referente en la ley, se aplica el valor de intervención holandés para la contaminación, definido por aquellas concentraciones que representan un impacto medioambiental severo y requieren medidas correctivas.

Los mayores niveles de contaminación en agua vuelven a encontrarse en la zona donde se almacenaban las materias primas. Pero no solo allí. Hay zonas alejadas de ese núcleo en las que aparecen también niveles muy elevados de contaminantes y el gran problema es que no se sabe cómo han llegado allí.

Como el objetivo era vender el terreno, manteniendo su uso industrial, se hizo una análisis cuantitativo de riesgos para los potenciales "futuros trabajadores del emplazamiento". El informe recoge que existe "una situación de riesgo potencial no aceptable" por "inhalación de aire en interiores", siendo el compuesto que implica "más riesgo el cloroformo".

El riesgo cancerígeno obliga a reducir los niveles de concentración, pero a Arkema se le fijan esta vez unos valores objetivo menos estrictos que los de la resolución de 2009 por un motivo que da idea del riesgo que pudo haber hasta ese momento.

El mal estado del suelo del emplazamiento, la "fractura de la solera", suponía un riesgo que se considera que variará porque "los edificios que actualmente se encuentran en el emplazamiento serán demolidos" y sustituidos de ser el caso por una "solera en condiciones normales, típica de edificios de nueva construcción".

La solución más eficaz para la descontaminación de suelo y agua subterránea, planteó Arkema, era eliminar el suelo, con la confianza de que así se eliminaría también el foco que estaba contaminando el agua.

El Gobierno Vasco señaló a Arkema que el cálculo de riesgos de su plan era "poco garantista", porque estaba considerando dimensiones de las salas de los potenciales futuros edificios de un tamaño que diluiría la concentración en el aire pero "es muy probable que en una instalación industrial existan habitáculos de menores dimensiones".

El estudio en profundidad de la contaminación de la planta, realizado para Arkema por una empresa externa acreditada, detalla los sondeos en los que se detectan niveles de contaminación de los químicos analizados por encima de los niveles establecidos, tanto en suelo como en aguas subterráneas. La mayoría se concentra en el principal foco de contaminación, el cubeto de almacenamiento de materias primas y foranes. De nuevo, no es el único lugar donde se detecta contaminación.

Químicos detectados 1 Químicos detectados 2 Químicos detectados 3 Químicos detectados 4 Químicos detectados 5 Químicos detectados 6

CONTAMINACIÓN EN SUELO

  • En el punto de sondeo SM-1, a 2 metros de profundidad, encuentran niveles de PCE de 25 mg/kg, cuando el estándar para uso industrial (Ley 4/2015) es de 10.
  • En el sondeo AKZ-39, a 3 metros de profundidad, encuentran niveles de tetracloruro de carbono de 45 mg/kg, cuando el estándar es de 1.
  • En el sondeo SM-5, a 1,5 metros de profundidad, encuentran una concentración de TPH de 450 mg/kg, cuando el valor establecido como límite en la ley (RD 9/2005) es de 50.

CONTAMINACIÓN EN AGUAS SUBTERRÁNEAS

Las mayores concentraciones aparecen de nuevo en la zona de almacenamiento de materias primas. En la zona oriental se exceden las concentraciones de cloroformo, PCE y tetracloruro de carbono.

  • De PCE, que tiene el límite de intervención en 40, llegan a aparecer concentraciones de hasta 2.600.
  • De Diclorometano en aguas subterráneas, se recogen concentraciones de hasta 1.500.000, cuando el límite de intervención holandés es de 1.000.
  • De Tetracloruro de carbono, con límite 10, se alcanzan en algún punto los 38.000.
  • De Cloroformo, con límite 400, se alcanza hasta 330.000 en un punto de muestreo.

ZONA DE RESIDUOS PELIGROSOS

Además, en el punto AKZ-32, alejado del foco principal de contaminación, aparecen altas concentraciones de varios elementos. Es la zona donde se almacenaban residuos peligrosos, explica el expediente.

  • De PCE, la concentración es de 540, cuando el límite es de 40.
  • De Tetracloruro de carbono, hay una concentración de 450 cuando el límite es de 10.
  • La concentración de Cloroformo en este punto alcanza los 1.100, cuando el valor límite es de 400.













Aunque persistían puntos de contaminación de los que no había una explicación clara, el plan presentado por Arkema se centró en sanear la zona donde ya se había intervenido con la planta aún en actividad.

Esa zona era el llamado cubeto de almacenamiento de materias primas, donde también se almacenaron durante años los foranes fabricados por la planta química.

A la hora de elegir la estrategia a seguir, Arkema se planteó tres escenarios: retirar el suelo contaminado y depositarlo en un vertedero (entre 660.000 y 700.000€); tratar ese suelo retirado con biopilas para reducir la contaminación (de 700.000€ a 910.000€) y la opción que hace los contaminantes "menos tóxicos, mucho más estables, menos móviles", tratar "mediante oxidación química el suelo y el agua" afectados. Esta última, aparentemente la mejor, tiene dos problemas para Arkema: dada "la cantidad de contaminantes en el suelo", calculan que la "duración del tratamiento (…) podría alcanzar los 24 meses". Y es la más cara. "El coste global puede elevarse a entre 1.050.000 y 1.250.000€".

Se opta por la primera opción, la más barata. La segunda también se descarta por las dificultades para tratar el suelo retirado en el emplazamiento debido a que se trata de una zona inundable y a que acaban de entrar dos nuevos actores en escena: la Agencia Vasca del Agua (URA) y la Confederación Hidrográfica del Cantábrico. URA abre un expediente en 2019 precisamente porque las obras de descontaminación se van a hacer en un solar que tiene una amplia zona inundable.

Entrevista con Arantxa Martínez Delafuente, Responsable del área de evaluación de URA (Agencia Vasca del Agua)

Entre octubre de 2020 y abril de 2021, una vez demolidos los edificios y con el visto bueno del Gobierno Vasco al plan de saneamiento, tuvo lugar una gigantesca operación tras la verja y los árboles en la planta de Arkema.

Operación Limpieza 1 Operación Limpieza 2

Para realizarla fue necesario tomar un largo listado de medidas para que no se extendiese la contaminación, incluida la instalación de una planta propia de tratamiento de agua, pozos y hasta un sistema para lavar los bajos y ruedas de los camiones que trabajaron en la operación.

Se retiró la solera y se excavó la zona del antiguo cubeto de materias primas y foranes hasta una profundidad entre 3,5 y 4,75 metros, hasta alcanzar la roca, extrayendo un volumen de suelo de 2.731 metros cúbicos. Se realizó un tratamiento de las aguas subterráneas, se rellenó con parte del material excavado, se cubrió con una lámina impermeable y se terminó de rellenar con material de cantera.

En noviembre de 2021, Arkema consiguió la Declaración de Calidad del Suelo para Uso Industrial por parte del Gobierno Vasco. Ese año recibió ya un primer pago a cuenta para la venta de los terrenos.

Documento 3-0 Documento 3-1 Documento 3-2 Documento 3-3

El documento declara el suelo "alterado para uso industrial" pero "compatible con un uso industrial o equiparable a industrial" futuro.

“A tenor de los resultados de la investigación de la calidad del suelo realizada, no existen objeciones para que, si en un futuro se pretende desarrollar en el emplazamiento una nueva actividad acorde a los usos arriba señalados (uso industrial), se concedan las licencias necesarias a tal fin".

Ahora bien, la concesión de esas licencias se dará "siempre que este órgano medioambiental haya dictaminado sobre la validez de la presente declaración". Esto último va a resultar crucial cuando se detecte un repunte de la contaminación a finales de 2024.

Incluso tras obtener las licencias pertinentes, el propietario futuro no puede tratar el suelo como si nada hubiese ocurrido. "Si la implantación del nuevo uso o actividad requiriera la excavación de materiales, será necesario redactar un plan de excavación que deberá ser aprobado por el órgano ambiental".

La Agencia Vasca del Agua exigió a Arkema cuatro informes trimestrales durante un año sobre la calidad de las aguas tras las actuaciones de saneamiento y el Gobierno Vasco le exigió un análisis cada seis meses y durante cuatro años.

Esos informes, que forman parte del expediente, muestran la detección de cloroformo en el río Kadagua, aunque por debajo del valor de referencia, pero también, de nuevo, la aparición de contaminación en determinados puntos en aguas subterráneas que no logran explicar. "La no reducción de las concentraciones en el agua subterránea en el tiempo puede deberse a la presencia de algún foco secundario de contaminación no identificado durante las investigaciones históricas que siga aportando masa contaminante a las aguas subterráneas", se lee en dichos informes.

Río Kadagua, a la altura del solar de Arkema en Alonsotegi.| DATADISTA

El 31 de mayo de 2023, Arkema vendió los terrenos de la planta química que mantuvo durante más de medio siglo en Alonsotegi. Según las últimas cuentas presentadas al registro mercantil, los vendió por 1,8 millones a Viuda de Sainz, reconociendo un beneficio de 1,3 millones en la operación. Para entonces, ya llevaba desde 2019 vendido el solar entre la planta química y el barrio de La Guía a P4Q Electronics, que ha levantado una nueva sede allí donde antiguamente hubo varios chalets de los que la química compró por su cercanía a la planta.

DATADISTA empezó a interesarse por el cierre de Arkema en Alonsotegui a mediados de 2024, en el transcurso de una investigación sobre fabricantes de PFAS en Europa. Según fuentes del Gobierno Vasco, precisamente en el otoño de ese año, el informe semestral de Arkema mostró un repunte en cloroformo y tetraclorometano en una zona aún por delimitar que parece probar algo que aparece de forma recurrente en los informes del expediente: que existe un segundo foco de contaminación diferente al que se excavó. "Distintos informes de seguimiento han puesto de manifiesto que los valores clorados han sufrido un repunte, por lo que el órgano ambiental, el 30 de octubre de 2024, ha comunicado a la entidad que debe continuar con los controles de aguas subterráneas superficiales y haciendo una investigación detallada en relación con determinados puntos", comentan fuentes del Gobierno Vasco. "Parece que hay un foco secundario", añaden. "Lo que hemos aprendido es que siempre hay que pedir muestreo de agua, porque lo que parece que va a funcionar estupendamente, te dicen ya está esto limpio y viene un repunte de un foco que no se había tenido en cuenta, un foco secundario", añaden.

Entrevista con José Miguel Gonzalo, Técnico de IHOBE (Medioambiente del Gobierno Vasco)

LA (NO) RESPUESTA DE ARKEMA A LA INVESTIGACIÓN

DATADISTA envió un cuestionario a Arkema Química en España y, ante las dificultades para obtener una interlocución fluida, lo reenvió a la sede central en París con preguntas sobre la información que se estaba elaborando. La respuesta, en lugar de pregunta a pregunta, se ha hecho finalmente desde España "de una forma general", según explica la compañía. No menciona en ningún momento la contaminación por la que se les consultó de forma clara y en detalle como puede leerse más abajo.

Preguntas enviadas:

  1. ¿Cuáles fueron las causas del cierre de la planta de Arkema en Zaramillo/Alonsotegi anunciada en septiembre de 2014?
  2. ¿En qué medida influyó el expediente de contaminación y la imposibilidad de alcanzar los niveles establecidos con la técnica de air-sparging que se aplicó durante varios años?
  3. Dado que se consideró en el Análisis Cuantitativo de Riesgos que había un riesgo en interior de los edificios por inhalación, ¿se realizaron o solicitaron pruebas de salud para los trabajadores que trabajaban en la planta antes, durante y/o después del cese de la actividad? En su caso, ¿cuáles? ¿Con qué resultado?
  4. ¿Cuál fue el acuerdo con los trabajadores para indemnizarles por el cierre?
  5. ¿Cuál fue el coste total de las diferentes actuaciones de descontaminación tanto con la planta en actividad como posteriormente?
  6. ¿Se han medido PFAS en algún momento en la planta? ¿Qué PFAS? ¿Se van a medir ahora? ¿Cuáles y en qué puntos? ¿Se medirán TFA? ¿Se ha medido algún tipo de PFAS en la planta de Hernani?
  7. ¿Cuál es la opinión de Arkema sobre la propuesta de cinco países sacada a consulta por la ECHA que incluiría como PFAS algunos de los compuestos utilizados para refrigerantes como los que fabrica Arkema?
  8. ¿Cuál es la situación actual del expediente de Zaramillo/Alonsotegi?

Respuesta de Arkema:

ARKEMA QUÍMICA S.A.U. es una compañía integrada en el grupo ARKEMA, a través de su unidad de negocio de resinas de revestimientos y aditivos, Arkema Química, tal y como existe hoy, nace en 2013 como fusión de 2 empresas ARKEMA QUÍMICA, S.A. y ARKEMA COATING RESINS, S.A.U., respectivamente. Actualmente con dos fábricas en Cataluña.

En el año 2012 Arkema vende su unidad de negocio de PVC, en concreto esta venta afectó a la planta de Hernani, localizada en Guipúzcoa, al grupo KEM ONE.

En 2014 Arkema decide el cierre de su planta de Zaramillo debido a la situación del mercado de productos fluorados a nivel internacional que se caracterizaba en aquel momento por una sobrecapacidad instalada de la producción a nivel mundial, y la competencia de la producción china, con unos costes muy inferiores a los asumidos en Europa. Esta situación imposibilitó que Arkema Química pudiera seguir compitiendo en la actividad de fabricación de productos fluorados.

Ese mismo año la empresa firma un acuerdo colectivo con el comité de empresa para poner fin a la actividad de la planta y el cierre de sus instalaciones, que se desmantelaron completamente entre 2017-2019.

Arkema Química colabora plenamente con la Agencia Vasca del Agua (URA) y el Gobierno vasco en el seguimiento de los temas Medio ambientales y en el año 2023 se vendieron los terrenos de Zaramillo a la compañía Viuda de Sainz, quién es actualmente la propietaria.