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Un “tsunami de pobreza” que puede arrasar a millones de personas

Las estimaciones apuntan al primer aumento de la pobreza mundial desde los años noventa a causa de la crisis del coronavirus

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Un “tsunami de pobreza” que puede arrasar a millones de personas

Las estimaciones apuntan al primer aumento de la pobreza mundial desde los años noventa a causa de la crisis del coronavirus

Icíar Gutiérrez / Ana Ordaz

Un taxista que hace semanas que no tiene ningún cliente por el cierre del aeropuerto y los bares de Nairobi. Una camarera que no puede trabajar porque el restaurante echó la persiana hace días y está a punto de ser desalojada de su vivienda en Mississippi. Una trabajadora del hogar que no puede pagar el alquiler ni hacer la compra porque su familia ya no puede ganarse la vida en Delhi. Es frecuente escuchar que la COVID-19 no distingue entre ricos y pobres, pero no todas las personas están pagando por igual sus primeras consecuencias sociales y económicas.

La pandemia de coronavirus está poniendo en jaque a sistemas sanitarios y causando muertes en todo el mundo. Las medidas de confinamiento se han sucedido en los últimos meses para frenar la propagación, cerrando ciudades y alterando sectores económicos enteros. Los pronósticos apuntan a una profunda recesión de la economía mundial y la Organización Internacional del Trabajo no deja de empeorar sus previsiones, según las cuales puede perderse el equivalente a 365 millones de puestos de trabajo en el segundo trimestre. Las llamadas de atención para evitar el “colapso” y la “catástrofe” se repiten. A su paso, la crisis provocada por el coronavirus puede arrojar a decenas de millones más de personas a la pobreza, según las primeras estimaciones. A nivel global, la cifra puede repuntar por primera vez desde los noventa.

Medir la pobreza no es una tarea sencilla, menos aún hacer predicciones. En concreto, las que tratan de vislumbrar el impacto de la pandemia están sujetas a un alto grado de incertidumbre sobre su profundidad y su duración. Requiere suponer cuánto va a crecer la economía y el efecto que va a tener en las personas en situación más vulnerable. Hay quienes han tratado de responder a la pregunta fijándose en las proyecciones de crecimiento o utilizando lo que se conoce como modelos de equilibrio general.

Según las estimaciones, la pobreza mundial puede repuntar por primera vez desde los años noventa

A principios de abril, el Instituto Mundial de Investigaciones de Economía del Desarrollo de las Naciones Unidas (UNU-WIDER) publicó el análisis de un grupo de investigadores que estimaron las posibles consecuencias a corto plazo de la crisis del coronavirus en la pobreza. Calcularon que el número de personas en esta situación puede aumentar en hasta 500 millones, alrededor del 8% de la población humana mundial. A los autores les sorprendió “la gran escala del posible tsunami de pobreza que podría seguir a la COVID-19 en los países en desarrollo”, según indica Andy Sumner, profesor de desarrollo internacional del King's College de Londres y uno de los responsables de las mediciones, junto a Eduardo Ortiz-Juárez, también de la universidad británica, y Chris Hoy, de la Universidad Nacional de Australia.

En el análisis, encargado por Oxfam, plantean tres posibles escenarios en los que los ingresos o el consumo per cápita se contraen un 20%, un 10% y un 5%. En cada uno de ellos tienen en cuenta los datos de pobreza absoluta según las tres líneas de que traza el Banco Mundial: vivir con menos de 1,90 dólares al día –considerado extrema pobreza–, menos de 3,20 dólares y menos de 5,50 dólares –los parámetros de los países de ingreso mediano bajo y mediano alto, respectivamente–. Para estimar el aumento, toman como referencia las cifras del portal PovcalNet, con encuestas a hogares, para 2018 y 2015, estas últimas más exhaustivas.

Millones de personas viviendo bajo el umbral de pobreza
Cada barra muestra cuántos millones de personas más habría, respecto a 2015, viviendo bajo cada umbral de pobreza, según distintos escenarios de caída de los ingresos per cápita.

Fuente: United Nations University World Institute for Development Economics Research

En el escenario más extremo, se estima que una disminución de los ingresos del 20% daría lugar a que 434 millones de personas más tuvieran que vivir con menos de 1,90 dólares al día. Por debajo de los 5,5 dólares diarios habría 548 millones más. Si nos fijamos en quienes tendrían que salir adelante con menos de 3,2 dólares al día la cifra se incrementaría en casi 612 millones. Según explican fuentes cercanas a la elaboración del análisis, este número es el más alto porque hay más personas que viven entre las líneas de 3,2 y 5,5, que por debajo y por encima de ambos umbrales, respectivamente.

En el mejor escenario, en el que los ingresos se contraen un 5%, el mundo podría ser testigo de un posible aumento del número de pobres de más de 87 millones para el umbral de 1,9 dólares diarios, de más de 139 millones para el estándar de 3,2 dólares diarios y de más de 130 millones para la línea de 5,5, de acuerdo con las estimaciones. En este escenario, la cifra total de personas que tendrían grandes dificultades para satisfacer sus necesidades básicas pasaría de 3.386 a 3.516 millones.

“¿Qué hay debajo del umbral de 5,5 dólares? Puedes sobrevivir, pero con menor dignidad”, apunta Liliana Marcos, responsable de políticas públicas y desigualdad de Oxfam Intermón. “Para muchas familias, va a ser más normal la elección de comer una vez al día o reducirán su consumo de proteínas de origen animal. Otro ejemplo claro es tener que elegir a qué hijo mandas a la escuela. O no tener para pagar consultas básicas, lo que significa que no puedas ir al médico en algunos países. Cuando hablamos de una cantidad mínima, hay cosas básicas que ya no se pueden hacer”.

África Subsahariana y el Sur de Asia, los más golpeados
Estimación de cuántos millones de personas más habría, respecto a 2015, viviendo bajo cada umbral de pobreza en cada región del mundo, si los ingresos per cápita cayeran un 5% como consecuencia de la crisis de la COVID-19. Utiliza los botones para ver cada opción y haz clic sobre cada región para más información.

Fuente: United Nations University World Institute for Development Economics Research

¿Dónde se concentran los nuevos pobres? Como explican los investigadores, por debajo de los umbrales de 1,9 y 3,2 dólares al día, lo hacen principalmente en las regiones más empobrecidas del mundo, en África subsahariana y el Sur de Asia. En el umbral de pobreza más alto, de 5,5 dólares, la mayoría puede agruparse en Asia oriental y el Pacífico, seguidas por el Sur de Asia, África del Sur, Oriente Medio, el norte de África y en América Latina y el Caribe.

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Para muchas familias, va a ser más normal la elección de comer una vez al día

Sin embargo, los autores muestran todas las cautelas al presentar sus estimaciones, pues se desconoce qué escenario será finalmente el más cercano a la realidad o cómo va a variar el consumo en cada país. Además, el cálculo no contempla el efecto de posibles medidas puestas en marcha por los Gobiernos contra la crisis y no tiene en cuenta la pobreza que va más allá del dinero, la que se experimenta a través de otras carencias relacionadas con la salud, la educación o el nivel de vida. El PNUD trata de medir estas otras formas con su Índice de Pobreza Multidimensional. “Si bien estos impactos en el bienestar podrían ser una sobreestimación, no hay duda de que que los resultados reales serán dramáticos en los países en desarrollo”, concluyen los expertos.

Gente en los balcones de un edificio en Beirut (Líbano) durante el cierre nacional contra el coronavirus

Gente en los balcones de un edificio en Beirut (Líbano) durante el cierre nacional contra el coronavirus | © Marwan Naamani/DPA

A finales de abril, un equipo de cuatro investigadores del Banco Mundial lanzaron sus propias estimaciones. Son algo más optimistas. Aunque también parten de los datos de PovcalNet, esta vez las extrapolaciones se calculan con las proyecciones de crecimiento del Fondo Monetario Internacional, según las cuales la producción mundial se contraerá en un 3% en 2020. Después, comparan los resultados con los pronósticos anteriores al inicio de de la pandemia.

Los técnicos del Banco Mundial, que se centran en la pobreza extrema, calculan que la COVID-19 puede empujar a alrededor de 49 millones de personas a sobrevivir con menos de 1,9 dólares al día. Según sus cálculos, 23 millones de ellas están en África subsahariana y 16 millones en el Sur de Asia. Los tres países con el mayor cambio en el número de personas empobrecidas son India, con 12 millones, Nigeria, con cinco millones, y República Democrática del Congo, con dos millones. Los expertos también pronostican que países como Indonesia, Sudáfrica y China tendrán más de un millón de personas en pobreza extrema como consecuencia de la COVID-19.

El impacto de la pandemia en la pobreza mundial
Tasa de pobreza mundial histórica, pronóstico antes de la crisis del coronavirus y pronóstico actual

Fuente: Banco Mundial. Pronósticos del equipo formado por: Daniel Gerszon Mahler, Christoph Lakner, R. Andres Castaneda Aguilar, Haoyu Wu

El FMI proyecta que las economías avanzadas se contraerán alrededor de un 6% en 2020, mientras que los mercados emergentes y las economías en desarrollo lo harán un 1%. Pero en los países de bajos y medianos ingresos hay más personas viviendo cerca de la línea de la pobreza, por lo que sufrirán las mayores consecuencias. Es el caso de África Subsahariana, que aunque ha registrado menos casos del virus que otras áreas del mundo, las proyecciones apuntan a que será la región más afectada por el incremento de la pobreza extrema. Si se calcula el impacto en las líneas más altas (menos de 3,20 y 5,5 dólares), la crisis empujará a más de 100 millones de personas a la pobreza.

Otras estimaciones provienen del centro de estudios Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias, que deduce que 140 millones de personas más podrían caer en la pobreza extrema este año, incluidas 80 millones en África y 42 millones en el Sur de Asia.

“Estas cifras son útiles, pero ninguna de ellas capta realmente el alcance de la profunda y duradera inseguridad económica que experimentan las personas pobres y de bajos ingresos en todo el mundo”, indica Philip Alston, relator saliente sobre extrema pobreza de Naciones Unidas. “La vida de cientos de millones de personas se ha visto trastornada, y en muchos casos destrozada, no solo por la pandemia sino porque nuestras sociedades no hicieron ningún esfuerzo durante los tiempos de auge económico de los últimos años para establecer planes significativos de ingresos mínimos. Y en muchos casos no se hizo nada para garantizar el acceso a la atención sanitaria más básica, excepto para los más adinerados”.

Independientemente de los resultados, hay algo en lo que coinciden las mediciones publicadas hasta ahora: todas apuntan a que lo más probable es que la crisis del coronavirus cause el primer repunte de la pobreza mundial desde la década de los noventa tras un constante descenso. Según el análisis de los expertos del King’s College y la Universidad Nacional de Australia el incremento puede suponer un retroceso de aproximadamente un decenio en los progresos para reducir la pobreza. De acuerdo con los investigadores del Banco Mundial, este año podemos situarnos en los niveles de 2017, lo que significa que el avance para eliminar la pobreza extrema se retrasaría en tres años.

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La vida de cientos de millones de personas se ha visto trastocada y en muchos casos destrozada

“Es dramático, porque es la primera vez que habría un aumento de la pobreza global desde los noventa”, afirma Iliana Olivié, investigadora principal del Real Instituto Elcano y experta en cooperación internacional y desarrollo. “Durante la crisis financiera de 2008 no repuntó, porque los países del Sur global se encontraban en ciclos económicos muy diferentes y el foco estaba en EEUU y Europa. Ahora, es previsible que el impacto sea muy fuerte”.

Las estimaciones suelen venir acompañadas de un matiz: “Si no se toman medidas”. “Los distintos escenarios no dependen solo de cómo evolucione la COVID-19, dependen de la voluntad política. Hay iniciativas en países de distintos niveles de ingreso para ampliar su protección social para llegar al mayor número de hogares. La cooperación para acabar con el virus tiene que centrar todas las discusiones”, opina Marcos.

Vivir al día

El golpe de una crisis como la del coronavirus es más difícil de amortiguar para quienes están en situación más vulnerable. Los hogares se ven afectados por la pérdida del empleo y también de las remesas –el Banco Mundial prevé la mayor caída de esta fuente de ingresos de la historia reciente, del 20% a nivel mundial– así como por el racionamiento de alimentos y otros bienes básicos y las interrupciones en los servicios sanitarios y educativos. Una encuesta publicada a mediados de abril constató que las familias de bajos ingresos de Bangladesh están sufriendo una bajada de sus ingresos —de hasta un 75%—, durante el brote y el 14% de los entrevistados no tenían comida en casa. Las primeras estimaciones mundiales vaticinan un crecimiento del número global de personas que pasan hambre.

Paños rojos cuelgan en la fachada de varias casas de Ciudad Bolívar, en Colombia

Habitantes de Dharavi, uno de los mayores slums de Asia, durante el confinamiento en Mumbai. India es uno de los países en los que el equipo del Banco Mundial prevé el mayor aumento del número de pobres | © AP Photo/Rajanish Kakade

El impacto también tiene que ver con dónde trabaja la población empobrecida. Como recuerda Oxfam en un informe publicado a principios de abril, quienes tienen más recursos tienen más probabilidades de tener un empleo formal y disfrutar de mecanismos de protección como las bajas remuneradas por enfermedad. También cuentan con ahorros y pueden pasar la cuarentena en una vivienda “segura y conectada” mientras continúan trabajando.

Las personas pobres viven al día y no pueden, por ejemplo, guardar provisiones para pasar el confinamiento, que no siempre es una opción. Muchos no pueden permitirse dejar de trabajar porque su sustento y el de sus familias depende de ello mientras los precios de los productos de primera necesidad aumentan. Según los datos más recientes de la OIT, casi 1.600 millones de trabajadores de la economía informal, los más desprotegidos, se ven muy afectados por las medidas de confinamiento y por trabajar en los sectores más golpeados. Es casi la mitad de la fuerza laboral mundial. El organismo especializado prevé una pérdida de ingresos “masiva” para este colectivo, con una disminución del 60% mundial durante el primer mes de la crisis. En América Latina el descenso es más abrupto, del 81%. En la región hay al menos 140 millones de personas trabajando en condiciones de informalidad, es decir, en un empleo que no está registrado, regulado o protegido. En África la previsión de la OIT es similar.

Cómo puede afectar la crisis a los trabajadores informales
Estimación de la tasa de pobreza antes de la crisis de la COVID-19 y en el primer mes de la crisis de la COVID-19 (%), y estimación de los ingresos medios de los trabajadores informales en estos dos periodos ($). Utiliza el filtro para ver cada opción y haz clic sobre cada punto para más información. Datos globales, en distintas regiones del mundo, y por nivel de ingresos de los países.

Nota: Las estimaciones se basan en medias ponderadas de 64 países con datos recopilados en un intervalo de tiempo entre 2016 y 2019

Fuente: Observatorio de la OIT (Organización Internacional del Trabajo)

La pérdida de recursos de quienes trabajan de manera informal puede traer consigo un repunte de la tasa de pobreza relativa –proporción de trabajadores con ingresos mensuales inferiores al 50% de los ingresos medios de la población– de casi 34 puntos porcentuales para ellos y sus familias a nivel mundial. En África, América, Europa y Asia central la tasa de trabajadores informales pobres puede rondar el 80%, según los cálculos de la OIT. Oxfam alerta en especial de la situación de las mujeres, con más probabilidades de trabajar en la economía informal, y de los migrantes, que suelen estar excluidos de las redes de protección.

“Los Gobiernos no han logrado asegurar que las personas puedan sobrevivir a las consecuencias económicas de las medidas sanitarias impuestas. En algunos casos han cerrado países enteros con un mínimo de aviso y sin planificar cómo sobrevivirá la gente”, afirma Alston. “Muchos Gobiernos han adoptado medidas para ofrecer cierto apoyo financiero, pero son casi siempre inadecuadas e inútiles para las personas vulnerables, como los trabajadores migrantes o las personas sin hogar. En los países desarrollados, los sistemas de desempleo existentes se han enfrentado a menudo a años de recortes presupuestarios y en algunos casos han sido diseñados intencionadamente para ser disfuncionales. Se han visto completamente abrumados por la oleada de reclamaciones y el resultado ha sido desastroso para quienes ya estaban luchando por salir adelante”.

El efecto mariposa del confinamiento

Además de la paralización de la actividad interna por las medidas de confinamiento para controlar la pandemia, con su especial impacto en quienes viven día a día, los países empobrecidos también se ven perjudicados por la situación de la economía mundial. El FMI ha alertado del alto riesgo que enfrentan los países de mercados emergentes y de bajo ingreso en África, América Latina y gran parte de Asia. Los exportadores de materias primas están sufriendo doblemente debido al “colapso” de los precios de estos productos, ha dicho el organismo.

También se ven afectados por la interrupción del comercio mundial y la cadena de suministro. Es el caso de la cancelación de pedidos para las marcas de ropa occidentales, que ha desencadenado el cierre de fábricas en países productores de prendas de vestir como Bangladesh, Camboya y Vietnam. En Kenia, la falta de demanda en Europa ha provocado que los productores de flores hayan mandado a casa a 30.000 trabajadoras, recoge Oxfam. “Tenemos una economía tremendamente globalizada y, cuando nos encerramos en nuestras casas y dejamos de consumir, ocurre lo que ha pasado en Bangladesh o en Kenia. Es el efecto mariposa al otro lado del globo”, señala Marcos.

Casi 1.600 millones de trabajadores informales se ven afectados por las medidas de confinamiento, según la OIT

Desde el inicio de la pandemia, diversas ONG internacionales y agencias de Naciones Unidas, principalmente la OMS, han solicitado apoyo para que los países que cuentan con sistemas sanitarios más frágiles puedan hacer frente a la propagación de la enfermedad. Han pedido que se eviten las restricciones comerciales que pueden influir a la hora de llevar los equipos y suministros médicos a donde se necesitan con urgencia. Oxfam, por ejemplo, ha alertado de la escasez de respiradores en Malí. Algunas de las recomendaciones básicas, como el lavado de manos y el distanciamiento físico, son prácticamente imposibles de cumplir para quienes no tienen acceso a agua limpia o viven en condiciones de hacinamiento.

Una voluntaria sanitaria sensibiliza con un megáfono a los residentes sobre el coronavirus en el slum de Babadogo, en Nairobi (Kenia)

Una voluntaria sanitaria sensibiliza con un megáfono a los residentes sobre el coronavirus en el slum de Babadogo, en Nairobi (Kenia) | © Billy Mutai/SOPA a través de ZUMA Wire/dpa

La UNCTAD, el organismo de comercio y desarrollo de la ONU, ha reclamado que se movilicen 2,5 billones de dólares para que los países más vulnerables hagan frente al daño económico causado por la COVID-19. Oxfam ha propuesto un plan que ha denominado “de rescate económico universal” que, según indican, puede permitir a los países empobrecidos proporcionar subvenciones en efectivo a todas las personas que hayan perdido su fuente de ingresos –varios Gobiernos han dado pasos en esta línea– y rescatar a los pequeños negocios. De acuerdo con sus cálculos, el plan podría financiarse con medidas fiscales y la movilización de al menos un billón de dólares en nuevos activos de reserva internacional denominados derechos especiales de giro, “para aumentar drásticamente los fondos disponibles para los países” incrementando sus reservas.

Pero, sobre todo, al igual que numerosas voces internacionales, la ONG ha exigido que se cancele el pago de la deuda de los países en desarrollo. En 2018, la deuda total de estos países ascendía al 191% de su PIB conjunto, según recoge Oxfam en su informe con datos de la ONU. En África, los ministros de Finanzas y varios gobernantes reclamaron a los países ricos un alivio de los pagos. El objetivo de esta medida es que los Gobiernos dispongan de liquidez para volcarla en sus sistemas sanitarios y en recuperarse del impacto económico. En abril, el G20 acordó una suspensión temporal de deuda hasta el final de 2020 para 76 países pobres. Para beneficiarse, tienen que solicitarlo si cumplen una serie de condiciones. Si bien desde Oxfam valoran que se trata de un paso positivo, hacen énfasis en que la medida solo se limita a la deuda bilateral, entre Estados, pero deja fuera la parte que se debe a los bancos privados o las emisiones de bonos. Asimismo, abogan por la cancelación total de los pagos, no solo la suspensión temporal.

“Hay que poner en marcha una serie de medidas de corto plazo similares a las de un huracán: se necesita una respuesta de ayuda humanitaria urgente, pero también respuestas a medio y largo plazo, la pandemia ha dejado en evidencia lo que demostraba la Agencia 2030, que lo externo y lo interno está interconectado. Va a haber una necesidad imperiosa de fondos de Ayuda Oficial al Desarrollo y de fortalecer el sistema de gobernanza global”, afirma Olivié. “Los Gobiernos deberían asegurarse de que sean las necesidades de las personas, y no los beneficios de las empresas, las que impulsen las actividades de rescate. Esta crisis presenta una importante oportunidad para que reestructuren sus sistemas económicos”, señala Alston. “Esto depende de la capacidad y la voluntad de los Estados de reaccionar protegiendo a sus ciudadanos, allá donde haya decisiones más valientes o en un contexto más favorable, habrá menos riesgo de dejar a gente atrás”, zanja Marcos.