Trabajo y acoso
De la feminización del trabajo al acoso sexual
Khadija, Jamila y Malica tienen cuatro, tres y cinco hijos. Una está divorciada, otra separada y otra viuda. Su trabajo es la única fuente de ingresos del hogar y de ellas depende que sus hijos coman.

El marido de Malica murió hace una semana y no ha podido dejar de trabajar ningún día. “Aquí no importan las personas. Solo necesitamos dinero para poder vivir. Mis hijos tienen que comer y esta la única forma que tengo de ganar algo y estar con ellos”, dice.

En una cadena en la que hombres comerciantes de un lado y otro de la frontera se enriquecen a partir de un tráfico de mercancías alegal, son ellas las que arriesgan su vida y llevan a cabo el trabajo más duro. A pesar de que portean mujeres y hombres, según la Cámara de Comercio Americana de Casablanca, ellas representan un 75% de las personas que se dedican a esta actividad. También la realizan en condiciones distintas a las de sus compañeros.

Es el único trabajo que les permite conciliar la vida familiar y laboral.

La base de este escenario, afirma Violeta Assiego, activista y abogada, es la situación de la mujer en Marruecos: "La mujer depende muchísimo del sistema familiar. Las opciones laborales a las que puede optar dependen de la situación de vulnerabilidad en la que se encuentre. En ocasiones son mujeres que son enviadas por sus propias familias porque es el ingreso que tienen, en otras porque lo necesitan y en las restantes porque es mucho más fácil que vaya la mujer mientras el cabeza de familia espera a que reciba el dinero”, relata Assiego. En la misma línea se expresa Rosado, investigadora de la APDHA: “Es el único trabajo que les permite conciliar la vida familiar y laboral. Pueden dejar todo el trabajo hecho e irse a casa a las 12:30 horas a cuidar a su familia, aunque se hayan levantado a las dos de la mañana”.

Las responsabilidades familiares que recaen sobre ellos y ellas son distintas, pero también su forma de portear. “Ellas echan mano de su espalda mientras que ellos utilizan su capacidad de negociación”, resume Assiego sobre las distintas dinámicas de trabajo en la frontera. “Cuando lo realiza un hombre es porque su situación es tan desesperada que decide rebajarse a realizar un porteo de mercancías, que no es fácil para él, porque no lo es tampoco para un hombre, pero tienen más capacidad de negociar para hacer portes más sencillos, como trasladar ruedas (como mercancía) o llevarlos en un patinete”, explica la activista.

Doble fondo de un coche utilizado por hombres para sacar mercancía Doble fondo de un coche utilizado por un grupo de hombres para pasar mercancía de Ceuta a Marruecos.
Tengo una enfermedad en el corazón y es la única forma de poder pagar las medicinas.

Son las 10 de la mañana y Amina espera sentada en un bordillo para recoger su bulto en una de las calles del polígono. Desconoce cuántos años tiene. “Cerca de 60, pero no lo sé”, afirma. Está divorciada y sus hijos son mayores y viven con sus mujeres. Ella portea para subsistir. “Tengo una enfermedad en el corazón y es la única forma de poder pagar las medicinas”, indica. 24 horas después, a apenas 100 metros, en una pequeña plaza rodeada de más naves, un grupo de cuatro hombres abre el maletero de un coche, donde almacenan varios paquetes de comida embalados con un plástico amarillo. Después, abren varios dobles fondos dentro del vehículo para transportar crema de chocolate y otros productos. El contraste en el polígono es claro. Que una mujer lleve su coche para realizar esta actividad es algo completamente excepcional, apuntan desde la APDHA.

Hijos de Khadija Paso de vuelta a Marruecos, dividido para hombres y mujeres para evitar el acoso sexual.
Ellas nos contaban que en la parte marroquí, si les ven más guapas o más jóvenes, les dicen que se pongan las primeras en la cola, les piden el teléfono…

La mayor precariedad no es lo único que diferencia el porteo de las mujeres. A la dureza física de su trabajo se une el acoso sexual al que muchas de ellas son sometidas, según denuncia la asociación andaluza y reconocen desde la Delegación del Gobierno. Así, con la apertura del nuevo paso fronterizo del Tarajal II se habilitó una puerta para hombres y otra para mujeres con el fin de evitar el comportamiento de sus compañeros.

Sin embargo, las portadoras han denunciado a través de la ONG que este acoso también se produce por parte de las autoridades. “Ellas nos contaban que en la parte marroquí, si les ven más guapas o más jóvenes, les dicen que se pongan las primeras en la cola, les piden el teléfono… Estamos en una sociedad patriarcal. El hecho de que te pongas un uniforme no te exime”, sentencia Rosado. En un reciente informe del parlamento marroquí, elaborado tras la visita de varios diputados del país a la frontera, la cámara señala “la humillación”, “los malos tratos y violencia verbal” que las mujeres porteadoras han denunciado por parte de los agentes marroquíes. eldiario.es ha intentado recabar la versión de Marruecos a través de su embajada, pero no ha obtenido respuesta. En el lado español, explican desde la ONG, sucede algo similar.

Mujeres esperan el cambio de turno de la Guardia Civil en la frontera Un grupo de mujeres espera el cambio de turno de la Guardia Civil para intentar pasar con mercancía.
No van a tener ninguna confianza en que las autoridades les presten apoyo porque las tratan como ganado.

Por su parte, el portavoz nacional de la Asociación Unificada de Guardias Civiles, Juan Fernández, lo niega rotundamente. “Nosotros no tenemos constancia de que existan esos abusos ni un maltrato hacia el ciudadano. Que quien lo denuncie aporte pruebas, se presente ante un juzgado en España y se pidan las responsabilidades a ese tipo de comportamientos. Que denuncien con pruebas, no solo con testimonios”, afirma.

La abogada Violeta Assiegodefiende que el problema es que no se les dará “credibilidad” a la hora de formular este tipo de denuncias. “No van a tener ninguna confianza en que las autoridades de uno y otro lado les presten apoyo, porque cuando vas allí ves que las tratan como ganado”, asegura. Lo mismo opina Moha Gerehou, ex presidente de la Federación SOS Racismo. “Es una cuestión de género y racial. En esa intersección tienen esa doble discriminación que hace que tengan una peor realidad. Cuando se trata de una mujer racializada como las porteadoras, tienen mucho más difícil denunciar”, indica el activista.

Si la Guardia Civil ve que hemos hablado con periodistas, nos marcan el pasaporte y no podemos trabajar durante un año.

Los nombres de todas las mujeres que han prestado su testimonio para este reportaje, excepto el de Khadija, han sido modificados para proteger su identidad. “Si la Guardia Civil ve que hemos hablado con periodistas, nos marcan el pasaporte y no podemos trabajar durante un año, no nos dejan pasar la frontera”, asegura Zahra. Para Gerehou, esto es “otro mecanismo de control que hace imposible progresar y salir adelante. Ninguna mujer quiere ser porteadora, pero es el margen que le deja la sociedad. En el caso de estas mujeres, la gran persecución a la que son sometidas es absolutamente desproporcionada, teniendo en cuenta la gran vulnerabilidad que tienen”.

El cuerpo de las mujeres, el chantaje, el acoso sexual, los insultos… estas son las razones que esgrime Assiego para referirse al porteo como una violencia machista más. “El porteo es otra de las violencias machistas que se están produciendo en la frontera, porque con la mujer se producen con unas características y con los hombres es muy diferente. Hay una utilización de las mujeres en todo momento: por parte de los empresarios, de quienes reciben los ingresos, y de las autoridades”, sentencia.

Una mujer ciega porteando se agarra a otra mujer Una mujer ciega portea con el bulto en la espalda agarrada de una compañera que le hace de guía.
Trabajadoras, pero sin derechos

El marido de Malica murió hace cinco días y no ha podido dejar de trabajar. Khadija tiene una lesión en la pierna por los golpes de los carros. Fátima utiliza muletas para caminar. Prácticamente todas ellas tienen problemas en la espalda por cargar bultos de decenas de kilos. Sin embargo, ninguna tiene un seguro que la proteja. La legislación laboral española no contempla el porteo como una actividad laboral y, por tanto, carecen de todos los derechos y seguros correspondientes.

No existe ningún tipo de contrato con los comerciantes marroquíes ni los españoles y, a pesar de que pasen a las ciudades autónomas a recoger la mercancía de estos, legalmente no se considera un trabajo. “No realizan una actividad laboral en España”, zanjaba el Gobierno de Mariano Rajoy en una respuesta a una pregunta de la senadora de Podemos Maribel Mora. Esto se traduce, apunta Ramón de Valle Inclán, secretario de acción sindical de Comisiones Obreras en Ceuta, en una “situación real de explotación de unas personas al servicio de otras”.

“Ni sindicatos, ni representantes, sin posibilidad de acceder a un juzgado de lo social ni ningún tipo de posibilidad de denunciar aquellas medidas que están yendo contra la salud y la higiene”, enumera Assiego. El no reconocimiento del porteo como una actividad laboral implica que sea imposible una organización sindical para que ellas mismas defiendan sus derechos. “Se está decidiendo de manera unilateral por parte de una empresa sobre la salud y los riesgos laborales de 2.000 personas sin que haya ninguna interlocución por parte de los trabajadores”, agrega la letrada. Las propias porteadoras, a través del decálogo publicado por la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, han sido las que han reivindicado este reconocimiento como parte de la solución a sus problemas.

Una proposición no de ley presentada por Unidos Podemos contemplaba, entre otras peticiones, la consideración legal de estas mujeres como trabajadoras. Sin embargo, este punto fue rechazado por considerarse que no existe ninguna relación laboral. De esta manera, PSOE y Podemos califican la situación legal en la que toda esta situación se sostiene como una “ficción”. Lo mismo argumenta la APDHA en su último informe: “La actividad laboral se realiza en territorio español y el transporte de mercancías implica a empresas con sede social en Ceuta”.

El no reconocimiento del porteo como una actividad laboral implica que sea imposible una organización sindical para que ellas mismas defiendan sus derechos.
Mujeres hacen cola para pasar el paso fronterizo Mujeres cargan la mercancía antes de enfilar el último tramo para volver a Marruecos.

“Quizás lo que hay que plantearse es por qué hay gente que está negociando con mercancías de primera necesidad sin tener que pagar impuestos y sin pagar los seguros correspondientes a los trabajadores que hacen ese porte”, defiende Assiego. Para la activista, la responsabilidad es de las autoridades españolas. “Estamos ante una actividad empresarial y económica, ante una situación de explotación. PP y PSOE sostienen que estamos ante un tema de negociaciones entre los reinos de España y Marruecos, cuando se trata de trabajadoras extranjeras que están realizando una actividad laboral en nuestro territorio. Eso es una competencia puramente española”, esgrime.

El representante de CC.OO., por otra parte, encuentra una posible solución en un acuerdo bilateral con Marruecos. “El problema es que son personas no residentes en España que realizan una actividad en un lado y otro de la frontera y deslindar las competencias de los países es complicado”. Sin embargo, confiesa que esta solución es poco probable. “Dudo mucho que pueda producirse partiendo de que Marruecos niega la soberanía española en Ceuta y Melilla y, por lo tanto, sería difícil algún tipo de acuerdo que diese lugar a ese reconocimiento de trabajadoras”.

Una mujer porteadora embala mercancía alrededor de su cuerpo para camuflarla Una mujer porteadora embala mercancía alrededor de su cuerpo para camuflarla.

Precisamente esta reclamación histórica de la ciudad de Ceuta es uno de los motivos por los que no existe una aduana comercial en la frontera. En Melilla, por el contrario, la necesidad de Marruecos de importar minerales, cuentan desde la APDHA, sí hizo necesaria la apertura de una aduana en esta ciudad. Sin embargo, esta se encuentra cerrada desde el pasado agosto.

A efectos prácticos, la existencia o no de aduana no condiciona directamente el porteo, aunque, reconoce Ana Rosado, “la existencia de una aduana mejoraría la seguridad de estas mujeres”, así como un mejor control sobre el tipo de mercancía que se pasa al otro lado. Actualmente, las porteadoras desconocen lo que se encuentra dentro de la mayoría de bultos que transportan y estos no son examinados en su paso de un lado a otro de la frontera.

Frontera del Tarajal. Al fondo, Marruecos Frontera del Tarajal. Al fondo, Marruecos.

El problema, concluye la APDHA, es que la interpretación de la legislación en materia de derechos laborales que se está realizando por parte de las autoridades, “se prioriza por delante de la garantía y el cumplimiento de la Declaración Universal de Derechos Humanos”.

Mientras, ellas siguen prestando su cuerpo, su esfuerzo y su salud para poder alimentar a los suyos. Mientras, son ellos los que mayor beneficio económico sacan de esta actividad.